Por Dr. Jorge Carrasco Cerda, Centro de Investigación Gaia Antártica, Universidad de Magallanes.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por su acrónimo en inglés) fue establecido conjuntamente por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en 1988. Podríamos decir que el IPCC es el órgano científico de Naciones Unidas en términos de evaluar la evidencia de los cambios observados en el sistema climático, los factores que lo causan y las proyecciones futuras de esos cambios. Así como también evaluar los impactos ambientales y socioeconómicos del cambio climático, y formular respuestas estratégicas para la mitigación de los gases de efecto invernadero.
Han pasado 34 años de su creación y 32 años desde que se dio a conocer el Primer Reporte con la información científica disponible sobre el cambio climático a inicios de los noventa. Ya entonces se indicaba de un aumento de la temperatura media global en los últimos 100 años (1880 – fines de1980) con los 5 años más cálidos ocurridos en la década de los ochenta, junto a un detectable aumento del nivel medio del mar. Además, se revelaba que había evidencia de un aumento de las emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI) como resultado de las actividades humanas, que de continuar resultaría en un calentamiento adicional del aire superficial de la Tierra.
Estos primeros hallazgos han continuado manifestándose, con una cada vez mayor grado de certeza, llegando hoy en día el IPCC a indicar en el Informe de 2021 que, ciertamente el calentamiento global es real y de origen antropogénico. Además, las consecuencias del cambio climático ya se están manifestado con sequías e inundaciones y mayor frecuencia de eventos meteorológicos extremos como los registrados en los últimos años.
Los impactos en el sistema climático también ya se están haciendo sentir como son el retroceso de los glaciares, la acidificación de los océanos y el aumento del nivel del mar, entre otros. Desde el primer informe se predijo que el continuo aumento de las emisiones de GEI acentuará el calentamiento con impactos irreversibles en la naturaleza y con consecuencias sobre la humanidad.
La 27ava Conferencia de las Partes (COP) sobre el cambio climático de Naciones Unidas (el órgano político-gubernamental, de los tomadores de decisión) realizada el 2022 en Egipto, no avanzó como se esperaba en los compromisos de una acción significativa por parte de los países para seguir reduciendo las emisiones de los GEI. Cada año que pasa sin que los países cumplan con sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), el Acuerdo de Paris se hace más difícil de cumplir en cuanto a limitar el calentamiento global a 1,5 grados para mediados del siglo 21, y así contener y reducir los impactos y tomar las medidas de adaptación a tiempo. Incluso, el límite de 2 grados también podría estar en riesgo si los países no completan sus respectivos NDC.
Poco más de tres décadas de estudios científicos y negociaciones a nivel global han pasado, el diagnóstico y las predicciones de la ciencia han estado y están sobre la mesa para las negociaciones y acuerdos internacionales. Basado en ellos y en otros factores sociales y económicos vinculado al desarrollo de los países, los tomadores de decisión y los gobiernos han buscado la forma de reducir las emisiones de los GEI, de incentivar el desarrollo basado en energías limpias y sustentables, de las transferencias tecnológicas hacia los países en desarrollo, de las ayudas para la adaptación a los impactos del cambio climático y, recientemente en la COP27, del acuerdo para financiar las pérdidas y los daños en los países más vulnerables que son y serán afectados por desastres naturales, entre muchas otras iniciativas que han surgido de negociaciones en las COP. Sin embargo, a pesar de todos los avances, la concentración de CO2 nunca ha dejado de aumentar, así como la temperatura media global del aire y los océanos. Se requiere algo más, los acuerdos internacionales se hacen cada vez más urgente para reducir drásticamente las emisiones de GEI y así cumplir con el Acuerdo de Paris.
La atmósfera no tiene fronteras ni tampoco los cambios que en ella ocurren ni sus consecuencias en el sistema climático. Por lo tanto, todos somos parte del problema, en menor o mayor grado, pero todos también debemos ser parte de la solución.
El gran desafío que plantea el cambio climático desde que comenzaron las negociaciones en Naciones Unidas es cómo garantizar a los habitantes de todo el mundo, en particular de los países menos desarrollado y vulnerables, un crecimiento económico con eficiencia y estabilidad para tener una sociedad equitativa y en desarrollo sustentable y armónico con el medio ambiente.