Por Gino Casassa, Ingeniero, Investigador, Profesor Asociado Universidad de Magallanes, Centro GAIA Antártica, IPCC, Co Nobel de la Paz 2007.
En décadas recientes se ha verificado una significativa disminución de las nieves y glaciares a nivel global, incluyendo la cordillera de los Andes y Chile en particular. A pesar que nuestro himno patrio destaca que “majestuosa es la blanca montaña”, en las últimas décadas estas se han oscurecido notablemente debido al calentamiento climático global. Dos factores clave contribuyen a este fenómeno: el cambio en la altitud de la isoterma cero y la megasequía que afecta gran parte de Chile desde 2010.
Áreas donde antes nevaba ahora experimentan lluvias, alterando significativamente los patrones climáticos e hidrológicos, disminuyendo la acumulación de nieve invernal que alimenta nuestros glaciares, y afectando también los deportes de invierno, como el esquí y el patinaje en hielo en lagos y cuerpos de agua, tal como se ha verificado en Magallanes. Por ejemplo, en Chile central la isoterma cero ha ascendido 127 metros entre 1958 y 2018, y se prevé un aumento adicional de 440 metros para finales de siglo en los escenarios más desfavorables de emisiones de gases de efecto invernadero.
La megasequía, combinada con el calentamiento, ha creado una “tormenta perfecta” que afecta la acumulación de nieve. En efecto, desde el norte al sur de Chile, se ha registrado una disminución del 38% en la cobertura de nieve durante el verano entre 1986 y 2018. Esta disminución en las precipitaciones impacta directamente en la disponibilidad de agua.
Chile alberga aproximadamente el 80% de los glaciares andinos, los cuales están perdiendo masa de manera acelerada. Se destaca en estas “nieves eternas”el caso del glaciar Echaurren Norte, que ha perdido 32 metros de espesor de hielo desde 1975, con un 65% de esta pérdida concentrada en los últimos 12 años durante la megasequía.
El efecto albedo es el principal mecanismo de retroalimentación positiva que amplifica el retroceso de nieves y glaciares provocando una mayor absorción de radiación solar a medida que la nieve se vuelve menos reflectante debido al calentamiento. La presencia de material particulado, producto de la desglaciación, también contribuye a este fenómeno al oscurecer la superficie de la nieve.
La nieve y los glaciares son así mismo fuentes cruciales de agua dulce, transformando a las cordilleras en verdaderas “torres de agua” que proporcionan caudales significativos a partir del derretimiento de la nieve estacional y de los glaciares. Sin embargo, la disminución de estos cuerpos de nieve y hielo plantean serias preocupaciones sobre la sostenibilidad futura del suministro de agua, especialmente en zonas áridas y semiáridas.
En la Antártica, existen dos “zonas calientes” (hot spots) – la costa del Mar de Amundsen y la Península Antártica – , donde se está verificando desde hace ya varias décadas el colapso de plataformas flotantes, la aceleración y el adelgazamiento de glaciares y corrientes de hielo (ice streams) efluentes, que tienen un rol crucial en el ascenso del nivel del mar y en las corrientes marinas a nivel global. Igualmente preocupante es la inédita y significativa pérdida de hielo marino que se ha estado verificando en la Antártica desde 2016.
Las perspectivas climáticas futuras no son promisorias, especialmente considerando que estamos lejos de cumplir los objetivos del Acuerdo de París, lo cual resultará en un inexorable aumento de la temperatura durante al menos las próximas varias décadas, asociado a eventos extremos cada vez más intensos, tal como olas de calor, precipitaciones intensas, huracanes y tornados/trombas.
La situación actual, marcada por el aumento de gases de efecto invernadero, está sellando el destino de las nieves y los hielos, enfatizando la necesidad urgente de acciones globales para revertir este calentamiento. Ponemos las esperanzas en que nuestros tomadores de decisión puedan adoptar severas medidas para contrarrestar esta grave “ebullición global” durante la COP 28 que está a punto de desarrollarse en Dubai.
Ver más:
LINKS
http://www.umag.cl/gaiaantartica/
https://tc.copernicus.org/articles/17/4995/2023/
https://www.mdpi.com/2072-4292/15/22/5430